
Muchos creen que las personas religiosas (sean consagrados o laicos) somos personas aburridas y que lo único que hacemos es rezar, por cierto que padre sería que nuestra vida fuera orar todo el tiempo, sería una vida mucho más feliz, sin embargo la mayoría de los cristianos tenemos que regresar al mundo real, al mundo de las tentaciones. Este es uno de los mitos por los cuales a muchos niños, jóvenes y adultos no les interesa formar parte activa de la Iglesia.
Sin embargo, todo buen cristiano sabe que el descanso y la diversión forma parte de nuestra vida, incluso una característica de un buen católico y cualquier otro cristiano es ser una persona alegre, una persona capaz de reir, de hacer babosadas de vez en cuando, a muchos santos los han tomado por locos por parecer inmaduros, hasta a mi que estoy muy lejos de ser santo (pero quiero serlo) me han dicho inmaduro por seguir disfrutando cosas "que son de niños" y mi respuesta mental siempre es la misma: amargado.
El descanso y la diversión son necesarios en nuestra vida, siempre y cuando el descanso no llegue a la pereza y al desentendernos de los demás y la diversión sea una diversión santa. Muchos, influenciados por lo que nos vende el mundo, pueden llegar a pensar que una diversión santa es imposible, esto es más falso que la idea de que la Tierra es plana, aseguro completamente que es muy posible divertirse santamente. Es posible una diversión sin alcohol, es posible una diversión sin sexo, es posible una diversión que no se base en humillar al otro, es posible una diversión en la cual Dios esté presente animándonos.
Nos nos dejemos llevar por la tentación, por los deseos de la carne, por el Diablo y sus malos consejos, mejor dejémonos llevar por el Espíritu Santo que quiere lo mejor para nosotros. Ojalá que nos podamos divertir dando tesimonio de que somos apóstoles verdaderos de Jesús y de esta manera logremos que muchas personas quieran seguir el estilo de vida que nuestro Maestro nos propone. A fin de cuentas esto es lo que nos da la verdadera felicidad, es por nuestro bien.
Aprovechemos estos días para descansar y rocobrar fuerzas para seguir cumpliendo satisfactoriamente nuestros deberes sociales, familiares y sobretodo la labor apostólica que el Señor nos encomiende.